La primera vez que me acerqué a las constelaciones familiares de Bert Hellinger, me pareció un método novedoso con mucho potencial. Me fui dando cuenta de que planteaba un modo de trabajar que evidenciaba y daba forma a las relaciones que mantenemos y a la comunicación que las sostiene, llegando a conformar el mapa relacional de cada uno.
Con esta dinámica como inspiración, invito al grupo a reflexionar sobre las relaciones que mantienen con las personas más significativas de su entorno inmediato, fundamentalmente: la familia, la escuela y los amigos. La idea contempla el dar forma a esas relaciones conformando un escenario, con todos sus componentes y las interacciones entre ellos; para posteriormente, a partir de lo esbozado, identificar como se siente cada participante con cada una de sus relaciones, y cómo puede mejorarlas.
El “esquema” de cada sujeto requería de un trabajo de introspección relativo a las personas significativas en la vida de cada cual, a partir de esta reflexión utilizamos la plastilina para personificar las relaciones, y la ubicación en el espacio familiar, escolar y de amistad de cada un@. Nuestra posición, nuestros movimientos y actitudes ante ese “dibujo” propiciarían cambios y generarían nuevas disposiciones.
La cuestión es que esos movimientos de cambio de perspectiva personal requieren de un trabajo de interiorización y análisis que permite vislumbrar dónde estamos, dónde queremos estar, cómo nos influyen las personas que nos rodean, como condicionamos nosotros, cómo nos colocamos y como queremos posicionarnos.
El poder salir de nosotros mismos para vernos en el dibujo conformado tiene un valor enorme, permite que dejemos de ser foco, y que siendo una parte más, abramos nuestra perspectiva con una mirada más amplia poder formar parte del cambio. Se empieza por pequeños movimientos de emplazamiento, de aproximación o alejamiento en relación a las situaciones o personas, que permiten que podamos sanar circunstancias y relaciones haciendo que todo lo que haya alrededor también varíe merced a ese cambio de perspectiva.
Y naturalmente el poder de lo sistémico, porque cada vez que yo cambio el lugar desde el que me constituyo, todo lo demás también se modifica.