¿Por qué tenemos tantas dificultades en comprometernos? ¿Comprometerse es algo propio de los adultos, o también común en niños y niñas? ¿Crecemos con el concepto de «compromiso», o es más bien algo que surge con el transcurso del tiempo? Cuando nos comprometemos ¿sabemos lo que eso significa? ¿sabemos a lo que nos «obliga»?
Cuerpo y pintura para expresar
Iniciamos un viaje en el que la importancia del acuerdo y el compromiso de respetarlo están muy presentes. Utilizamos el movimiento corporal y la pintura sobre soportes poco convencionales (porexpan) para vivirlo desde el cuerpo. Se trata de, tras revisar a qué nos comprometemos, cómo y por qué, reconocer lo que hacemos después para respetarlo.
La importancia del ejemplo y el factor del miedo
Algunas participantes manifiestan la escasez de compromisos en su vida, quizá el no tener este ejemplo de manera cotidiana haga más difícil identificar, reconocer y convivir con el compromiso. A lo que habría que añadir el factor del miedo, el temor a no prometer nada para no tenerse que enfrentar con el qué hago si no lo cumplo.
El miedo pone en la balanza los recursos de que uno dispone y aquello que tiene que afrontar. Cuando ésta se desajusta es cuando el miedo aparece. Por lo tanto, es un asunto más de inseguridad y de no conocerse bien a uno mismo, lo que genera malestar y frustración.
Las personas que tienen miedo al compromiso suelen ser inseguras, les cuesta expresar las emociones y necesitan controlar para sentirse cómodas y seguras en su zona de confort. Suelen ser inflexibles y temerosas; obvian que la amenaza somos nosotros mismos, no el entorno.
En cierta forma, la falta de estrategias y de conocimiento sobre uno mismo hace que se busque justificación a la propia inseguridad y a los temores. Puede que sea cierto aquello de «haciendo lo que tememos disolvemos nuestro temor», lo que supondría que dejando de estar controlados por el miedo, podemos flexibilizarnos.