Percibo la identificación de la propia identidad como un largo camino vital que se inicia desde el momento en que tomamos consciencia y va desarrollándose a lo largo de nuestra existencia. Somos esencia y todo lo que la circunda, y ese todo lo demás es lo que poco a poco decidimos modificar y reconstruir, (o no). Desvelar la esencia personal es un recorrido variable que requiere de valor y de honestidad, por eso es tan difícil de transitar. En mi caso, cuanto más escucho, cuanto más abierta estoy a la diferencia, y cuanto menos juicio ejerzo, más fácil y gratificante resulta el camino. Bienvenid@s quienes colaboráis en ese rompecabezas.
El ejercicio iniciado la anterior semana relativo a saber quien soy, enlaza hoy con una serie de dinámicas acerca de Como me construyo con tu mirada y como incorporo la mía. El modelado en plastilina como práctica de introspección, la emoción puesta en palabras, desembocan en movimiento corporal y risa liberadora.
Cada una ha elegido una flor, y en cada pétalo han brotado expresiones de las compañeras acerca de su percepción sobre las demás. Palabras hermosas, miradas mucho más generosas que la propia.
Y nuevos interrogantes:
¿Cuánto de lo que l@s demás proyectan sobre mí lo hago propio, con cuanto me identifico?
¿Cuánto es realmente verdad? ¿soy objetiva?
¿Cuánto sirve para empoderarme y hacerme crecer?
¿Cuánto me descorazona y me hunde?
¿Cómo gestionamos nuestro sentir ante la percepción que el otro tiene de mí?
¿Quiero cambiar? ¿qué quiero cambiar? ¿qué hago para cambiar?
Todavía, mucho trabajo por delante.